Es un recurso sencillo que tiene resultados muy atractivos. Consiste en tomar como referencia un color del ambiente y añadir un par de detalles más en el mismo tono. Evita incluir a muebles: así, cuando te canses del color elegido, podrás variar sin alterar el resto de la decoración.
- En la sala, elige un cojín (en este caso, el diseño con rayas rosas); busca un plaid a tono (no hace falta que sea idéntico, pero sí que esté dentro de la misma gama) y añade una flor entonada (puedes colocarla en la mesa de centro o sobre el mueble del televisor).
- En el dormitorio, puedes repetir el mismo juego con un cojín y una mantita doblada a los pies de la cama. Portavelas.